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Mi voz brilla en tu pecho
como el rostro adolescente
dándote mil besos apagados,
detienes mis manos que surcan
de nuevo aprendices la carne,
que sueñan enlutadas tus curvas,
levantando su vuelo a ras, perfilan
en el silencio sereno cada incendio
de la sangre que golpea los labios,
envolviéndose tiernos en los invisibles
sueños de la inocencia.
Y en el cauce trazado a lo largo de tu nombre,
las caderas piso, en el buen hacer, creando
de la nada, una mirada llena de ocasos
que rompen al alba.
Despierto con los dedos enredados
doloridos, vivos, húmedos…
E incendio el horizonte de sombras
nuevas, un camino al alcance de los ojos.
Misk
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