Levantando el brazo en el cauce
del pecho, escondiéndome
en los grises de tú pelo, el corazón
entre el silencio gime suave
sofocando el amor que aún te guardo.
Y si lo que fue en la constancia
de mi mente, una locura de esencias
estremecieron los rincones, la pasión
del prófugo y deshuesado dorado,
difuminándose va entre las brumas
de mis ojos.
El deseo que de amar la coexistencia,
aspiraba en el seno, amaneciendo
diluvios, alimentándose mientras el invierno
azotaba el querer ser parte de un cuento.
Di mi memoria a la eternidad
a ese ayer del pensamiento
de encontrar tu risa en mi camino
y volar hasta el alma mía, como mi ser
eterno de caricias.
Y espere, como Penélope a su guerrero,
su amado hermoso, soñándole
en las sombras, desnudo a los ojos,
ese roce de sabanas en el ansia de llorar,
la impaciencia mientras raya el alba
y los fantasmas apurando el dolor del amor,
la danza lívida excitando los limites
que liberándome inquietaban los instantes
pérfidos que de la muerte pude guardar,
devorando en la locura instantes fugaces,
tan necesarios en las pausas, donde las manos
tomaban intensas las últimas horas,
ese olor en la oscuridad, la sombra sofocante
que me seguía adueñándose, me exaltaba
en el recuerdo de amarnos y pulí, a mi imagen
y semejanza, las revestidas secuencias
de la carne que detuvo el tiempo
convirtiéndome una madrugada fría,
pudiendo alcanzar los maduros
labios, que como vidrios sustituían
los ángulos donde el parpado descendía
en un vaivén de susurros, un juego
angustioso dejando la voz muerta,
porque deje el cuerpo en las orillas
de tus ojos…
Misk
(dedicada js)