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Caminarte por la piel
en plateadas lunas, verdes ojos
tensando el aire, mientras en la orilla
de tu boca, abrazó tiernas las horas soñadas,
ardientes sombras en el fervor que se oculta
entre los muslos de las alamedas frescas,
el purpura hidratado de la sangre que ama,
resbala entre los juncos
del desnudo, un instante,
y la vida entera se clavo en un surco,
las estrías de la tierra, notaron
sin reparo el temblor de mi cuerpo,
abriéndose el lenguaje de la carne
en la mímica de los ojos...
Y en los blancos de la mar,
los saltos fugitivos, viven hoy
presas del llanto que los conmueve,
desnudos e invisibles al rocío
al impregnarse en este otoño tan solitario
que confunde tu existencia junto a la mía.
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Caminarte por la piel
en plateadas lunas, verdes ojos
tensando el aire, mientras en la orilla
de tu boca, abrazó tiernas las horas soñadas,
ardientes sombras en el fervor que se oculta
entre los muslos de las alamedas frescas,
el purpura hidratado de la sangre que ama,
resbala entre los juncos
del desnudo, un instante,
y la vida entera se clavo en un surco,
las estrías de la tierra, notaron
sin reparo el temblor de mi cuerpo,
abriéndose el lenguaje de la carne
en la mímica de los ojos...
Y en los blancos de la mar,
los saltos fugitivos, viven hoy
presas del llanto que los conmueve,
desnudos e invisibles al rocío
al impregnarse en este otoño tan solitario
que confunde tu existencia junto a la mía.
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