En cualquier estación su presencia
trazaba belleza y un desprecio desmesurado
en las ausencias presencio.
Dejo la boca entreabierta, donde la voz rompía
la señal de la cruz, al fondo... unos ojos
le acechaban causando insatisfacción.
Sus zancadas definían el peso del cuerpo
se hundía en un tiempo de vanidades,
aquella época de intercambios,
entre apasionadas veladas arrinconadas.
El pelo caía estruendoso al acecho de sus ojos,
y lo golpeaba ladeándolo cuando todo bailaba
a su alrededor, su mirada contemplo la vida
en el extremo y el cuerpo extasiado
la recorre... embrujando la línea que la corta
en las sombras...
Las ganas alumbraron su paso, de nuevo
en el celeste día la lluvia envaino,
contrajo el oído y la pasión le desbordo...
Todo sin dolor como la memoria
que tiende a reconstruir alegando
indecisión...
Misk